El español 2G es una variedad lingüística que se caracteriza por tener dos valores, femenino y masculino, para el rasgo gramatical género. El valor masculino del género gramatical en español 2G es semánticamente ambiguo, porque permite interpretar dos significados diferentes:
- una interpretación específica: en un sustantivo con rasgo gramatical animado, el valor masculino del género gramatical se refiere a personas o animales de sexo masculino. Los ciudadanos que podían votar en la Argentina en 1928 eran solo los de sexo masculino. Si una mujer iba a votar, la echaban por ser mujer. Los ciudadanos solo podía interpretarse como masculino específico.
- una interpretación genérica: en el mismo sustantivo con rasgo animado, el valor masculino del género gramatical se refiere a personas o animales de cualquier sexo. Los ciudadanos que pueden votar en la Argentina en el siglo XXI son personas de cualquier sexo o identidad de género. Los ciudadanos, en este caso, se interpreta como masculino genérico.
En el mundo del español 2G, queda en manos de las personas que lean el aviso interpretar si se trata de un masculino específico o de un masculino genérico. Una persona que se identifica como mujer puede interpretar que el aviso la incluye y asistir, o puede interpretar que es un masculino específico que la excluye y no presentarse. ¿Y cómo lo interpretará una persona transgénero o una persona no binaria? En cualquier caso, es la persona que lee el aviso la que va a correr el riesgo de presentarse o no.
Y cuando se presente, descubrirá la verdad:
- el trabajo no tiene restricción de sexo ni de género: era apropiado interpretarlo como masculino genérico.
- el trabajo es para un hombre: era apropiado interpretarlo como masculino específico.
Es decir que frente a un aviso en género masculino, las personas que no nos identificamos como hombres, es decir, todas las mujeres y muchos miembros de las comunidades LGBTIQ+, tenemos la responsabilidad de desambiguar qué quiso decir la persona que busca un empleado. Y además, tenemos que correr el riesgo de equivocarnos:
- ¿voy y corro el riesgo de que me rechacen por no ser hombre?
- ¿no voy y corro el riesgo de autoexcluirme de un buen trabajo?
Algunas instituciones notables que se atribuyen autoridad sobre el español 2G dicen que el masculino genérico incluye a las mujeres, que siempre nos incluyó, que nadie nos deja afuera y que no debemos sentirnos invisibilizadas por su uso.
Pero no es la experiencia de las miles de personas que se encuentran a diario con el dilema de desambiguar el significado de los sustantivos animados y masculinos que se refieren a seres humanos.
Desambiguar es agotador
A diario nos enfrentamos con muchas formas de sustantivos animados y masculinos que se refieren a personas y en cada caso tenemos que desambiguar su significado. ¡Es agotador! Para evitar el cansancio cognitivo, nuestra mente aprende y aplica respuestas automáticas.
El sesgo del masculino específico gana siempre en todos los experimentos. Es decir, la respuesta automática más frecuente es la interpretación del masculino animado como específico y no como genérico.
En ciertos experimentos del siglo XX y principios del XXI, cuando se le pedía a la gente que diera nombres o dibujara a las personas a las que se refieren los sustantivos animados y masculinos del estímulo, las interpretaciones tendían a ser siempre mayoritariamente de masculino específico:
Vinieron los chicos. Dibujá a los chicos. Y el dibujo era de hombres.
Vinieron los chicos. ¿Quiénes vinieron? Y la respuesta era, en su mayoría, nombres de varón. Tomás, Mateo, Ezequiel, Carlos.
En la escuela, en el club, en el barrio, alguien avisa:
Los chicos pueden anotarse en la clase de fútbol a partir de mañana.
De acuerdo con el conocimiento del mundo del siglo XX, la mayoría de las chicas y de las personas que no se identificaban como machos se sentirían excluidas de este aviso. Afortunadamente, hubo unas cuantas valientes que se animaron a asistir, a insistir y a pelear por su derecho a jugar al fútbol. Hicieron visible la ambigüedad y preguntaron ¿por qué no puedo ir yo? Así se hicieron visibles muchos casos de discriminación encubierta. ¿Por qué no podían ir las chicas a jugar al fútbol?
Hoy Los chicos se interpreta de manera automáticamente específica en ciertas escuelas, ciertos clubes y ciertos barrios, y de manera automáticamente genérica en otros, porque desambiguar es mucho más agotador cognitivamente que una intepretación automática.
En español 2G, el masculino es semánticamente ambiguo. Tus compañeros puede interpretarse como “tus compañeros hombres” o “todos tus compañeros, cualquiera sea su sexo”. Se busca empleado puede interpretarse como “se busca empleado sin requisitos de sexo” o “se busca empleado hombre”. En español 2G el masculino no siempre incluye. Puede incluir, sí. Pero también permite continuar la frase excluyendo al femenino:
Se busca empleado, no empleada.
Los nadadores trajeron medallas… pero las nadadoras, no.
Los ciudadanos pueden votar… pero las ciudadanas no.
Los alumnos deben entrar a las 7.40… pero las alumnas podemos llegar más tarde.
Saludos a tus hermanos… pero a tus hermanas no.
En español 2G, en cambio, el femenino es unívoco, tiene una única interpretación: invitá a tus compañeras deja claramente afuera a los hombres. Saludá a tus hermanas deja afuera a tus hermanos hombres. Las nadadoras trajeron medallas no permite interpretar que los nadadores hombres también las trajeron. Y ningún «macho» se presenta al aviso que busca una empleada. Para ellos, el mundo es blanco y negro: o los incluye automáticamente, o los excluye automáticamente. Nada de grises ni de esfuerzos por encajar.
¿Qué le pasará a quien no se identifica ni como hombre ni como mujer? ¿Asistirá al aviso que dice Se busca empleado o al que dice Se busca empleada? ¿O sentirá que queda totalmente excluido de ambos y tendrá que simular ser un hombre o una mujer para poder trabajar?
Las siglas LGBTIQ+ señalan el amplio abanico de identidades de género que se reconocen más allá de hombre y mujer. Para muchas de ellas, la clasificación binaria en femenino y masculino (sea género gramatical o identidad de género) no es suficiente para que se sientan incluidas.
La utilidad del masculino para ejercer sexismo
El masculino genérico permite incluir, pero ¡qué útil resulta para excluir! Una vez me presenté a un aviso de una escuela que buscaba profesor de lengua. Era una escuela de varones y había que interpretarlo como masculino específico. Buscaban un hombre, pero yo no conocía la escuela e interpreté que no podía presentarme. Me rechazaron por ser mujer. No, este puesto no es para mujeres. Es solo para hombres. Lo peor, sin embargo, fue la estocada de la provocación machista que, lamentablemente, la mayoría de las mujeres hemos sufrido alguna vez:
Querida, ¿sos tontita?, ¿no ves que el aviso dice profesor? Profesor, no profesora. ¿Y vos te considerás profesora de lengua?
¿Cuántos ejemplos como estos podemos recordar de nuestras vidas? Claro, solo los recordamos las mujeres y los miembros de la comunidad LGBTIQ+. Los malos tragos se quedan grabados en la memoria. ¿Cuántas veces tendrá que sentirse excluida una persona para considerarse automáticamente excluida?
El masculino genérico permite excluir porque le da a la persona hablante la posibilidad de negar la interpretación de la persona oyente: «No, tontita, no entendés nada». Es un arma muy poderosa.
Recapitulando, el uso genérico del valor masculino del género gramatical del español 2G es particularmente dañino y desgastante para las mujeres, porque:
- Nos exige un trabajo cognitivo mucho mayor que el que realizan los hombres, que jamás tienen que desambiguar el masculino: sea genérico o específico, los incluye siempre.
- Pone sobre nosotras la responsabilidad de interpretar si sentirnos o no incluidas en cada uso del género masculino con sustantivos animados.
- Nos expone directamente al abuso de la estrategia machista del «no entendés nada» porque le permite a la persona hablante negar la intepretación de la oyente.
A su vez, el binarismo sexual y gramatical excluye automáticamente a todas las personas que no se consideran ni hombres ni mujeres, es decir que permite excluir a un amplio sector de las comunidades LGBTIQ+.
Con tanta gente sintiéndose excluida, las acciones concretas para visibilizar la discriminación comenzaron en todos los ámbitos, y en especial sobre la lengua. Las acciones públicas y privadas se multiplicaron. Muchas instituciones adecuaron sus normas de estilo para evitar el lenguaje sexista y visibilizar lo que estaba oculto. Estaba naciendo el lenguaje inclusivo.